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¿Quién entre nosotros expondría, hoy en día, una naturaleza muerta de frutas con tonos tan distintivamente caravaggescos en un dormitorio o en habitaciones adyacentes?
Sin embargo, en 1817, la pintura se exhibe en Carditello en la «Sala de uso para el tocador» (Vestidor), cerca del Dormitorio.
La calidad pictórica y el juego de luces y sombras la asemejan a la obra de Baldassarre de Caro, quien perfeccionó los volúmenes y formas de la fruta con el uso de la luz.
En la obra, las jugosas peras, los melones de piel dura, las manzanas «annurche» típicas de las zonas vesubianas, las uvas negras, las granadas maduras y las ciruelas, firmes y carnosas, contribuyen a revelar y sugerir la luz, de la cual emergen los volúmenes.