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Esta pintura evoca una selección de frutos secos que sugiere atmósferas navideñas.
Es la única obra firmada de una serie de seis pequeños cuadros que, aunque no se encuentran en la galería original de Carditello de 1792, casi con seguridad son atribuibles a las primeras obras de Giacomo Nani.
Esta serie recuerda a la enviada como regalo por Carlos de Borbón a su madre, Isabel de Farnesio, en la década de 1740. En esa época, el soberano invitó a Nani, quien ya trabajaba con las familias Carafa y Sanseverino, reproduciendo sus obras en las cerámicas de la Real Fábrica de Capodimonte difundiendo las delicias de Campania Felix por toda Europa. Algunos ejemplares de esta fina producción se exhiben hoy en el Museo Civico Gaetano Filangieri de Nápoles.